20 septiembre 2006

¿Es... son? - XVII

Viejo amigo, por fin me atrevo a hablar de ti como mereces. Tiempo ha que te conozco, pero hasta ahora no había sido consciente de tu valor, de lo que realmente significas.

Cuántos momentos hemos pasado juntos, cuántas situaciones hemos compartido, cuántas decisiones me has ayudado a tomar. Cómo me he perdido en ti, en tu blancura, próximo o lejano, en un punto o en toda tu extensión, cómo hemos soñado historias y cuentos y cómo nos hemos anticipado a veces a los acontecimientos.

En ti, sí, en ti he encontrado sosiego, paz, armonía, descanso, entretenimiento, consejo, decisión, consuelo, compañía. Me has mostrado como soy, siempre has sido sincero, siempre escuchante, comprensivo, paciente. Sí, ya no me avergüenzo, ahora, observándote te valoro como realmente te mereces.

06 septiembre 2006

Hace tanto tiempo - VI

Continuo el relato que empezó Terminus. Los capítulos anteriores de "Hace tanto tiempo" están en:
I, por Terminus
II, por Dark
III, por Morrigan
IV, por Aiyana
V, por Carlos (Sr. Chow)

...

- Me tiene preocupado el paciente de la 96. Sus ondas del sueño son extrañas y siguen un patrón que nunca había visto antes. Observa el electro que acabo de hacerle.

- Pues recopila toda la información y lo llevas al congreso de 2007.

- Buena idea, pero para documentarlo mejor necesitaría que me ayudara un lingüista, porque esa jerga no puede ser sólo fruto de su delirio. Es curioso, utiliza palabras que no conozco, pero las entiendo perfectamente. También deberíamos consultar a un especialista en criptología, a ver qué nos puede decir sobre los signos que tiene tatuados en la frente.

- Es sorprendente esa coquetería cabezona de que nació en el 78, es lo único en lo que parece no dudar. Y la historia de Marta, sí, y cómo lo encontraron casi ahogado en la piscina de esa casa abandonada. Demasiadas cosas, y lo único que lo explica todo es su cuadro psicótico y un intento de suicidio.
Pero está fuera de los patrones normales, no sé, algo me dice que hay más.


¿Había ido a casa...?
¿Dónde estaba la sala de los hombres autómatas?
Recordaba un dolor sordo, un ruido metálico, una luz brillante y luego el calor. El frío penetrante y la humedad, el moho y ese techo blanco y acolchado. Qué sensación tan confusa. Debía salir, Marta le estaba esperando. Por fin volverían a encontrarse...

La puerta de la habitación se abrió y allí estaba, vestida de blanco, deslumbrante. Una sonrisa, su sonrisa de siempre y sus ojos, sus intensos, burlones y profundos ojos azules. Llevaba una bandeja con jeringuillas.

- ¿Cómo está hoy mi gorrión?

...

Terminus, remata.